jueves, 27 de mayo de 2010

Voces Lejanas...

Para terminar (por ahora) este pequeño ciclo de "Voces Lejanas" dedicado a la altísima poesía de nuestros hermanos Piaroas, dejamos este poema de amor. Menaue es el hombre mismo, que desde la noche de los tiempos sueña con Merica, y en ese sueño es uno con cualquier otro hombre de la tierra, de cualquier época, de cualquier lugar.

"Bañista" Mejia Vides
TEMA DEL LLANTO.

Si tu me miras
soy como la mariposa roja;
si me hablas,
soy el perro que escucha;
si me amas,
soy la flor que se calienta
entre tus cabellos;
si me rechazas,
soy como una canoa vacía
que boga por el río,
y los peñascos la destrozan. 

II

Para el hombre que espera
es la luna
el sol para la canoa
que remonta el río
y para los hombres todos de la selva
es el agua
Pero la mariposa roja
es para Merica
Merica es la niña que amo
Merica que recoge la yuca
y tuesta las tortas de casabe
Merica es luna, sol, agua, mariposa.


III


Danzo contigo, Merica.
Tu mano es
como el tierno fruto
de la palmera;
Tu pie,
como la semilla del algodón,
ligero y silencioso;
Tu aliento tiene el sabor de la piña,

pero no tiene espinas tu boca.
Ven conmigo
a la selva;
vente con Menaue,
Vente conmigo a las piedras calientes del río;
Yo veo en tus ojos la luna;
en tu pecho anida la miel.
Será dulce mi vida.



También recopilado por Fray Cesáreo de Armellada.

jueves, 20 de mayo de 2010

El Samurái del Valle

El Samurái Nro. 2
La carretilla subía por la calle, del barrio, empujada por la fuerza del pequeño hombre oscuro, de cabello canoso, que estaba cerca de la edad madura de los hombres y que pasaba de la mitad de siglo, pero su vigor no estaba lejos del hombre joven. Era una carretilla de metal hecha por una industria metalmecánica. Tal vez fue una de las primeras carretillas hecha en Venezuela o quizás era importada. Ya a mitad de la cuesta, el hombre pequeño, pregonaba en aquella mañana con el sol oculto por la montaña.
_Aguacate, aguacate_ y seguía_ Ocumo, yuca y ñame_ Alguien gritaba “y las bolas me las cajas…”. Pero él no se amilanaba._ Pimentón, tomate y limón_ Continuaba pregonando por la subida con casas en los laterales.
_ Aquí, aquí _ Lo llamaban de un lado y de otro._ Quiero de esto y medio de aquello._ El hombre pequeño aseguraba la carretilla, con un palo en la rueda como freno. Atendía a los cliente con su peso en la mano_ Es tanto amiga_ Y siempre daba el vuelto exacto.
Al final de la subida comenzaban las escaleras y siempre por la mañana, bajaba un hombre también de edad avanzada de color claro y tes arrugada, con un cajón, como la mitad de un guacal, en uno de los hombros.
_ Mandaína, mandaína_ Gritaba y continuaba._ Mandaína, mandaína pa las niñas linda_.
_ Mamaía, Mamaía _ Lo llamaban._ Dame medio de mandarina_. Y el cajonero contestaba
_ Solo medio, compa tes lochas, mi niña, tes lochas_ Le decía jocosamente con sonrisa franca y sincera de necesidad.
_ Bueno está bien dame tres lochas_ Resignado aceptaban.
Entre la carretilla y la mercancía estaba un paño y debajo del paño, un machete. Entre el hombro y el cajón un mogote de trapo y, sostenido por la axila, debajo del mogote un garrote como del tamaño de un codo. Una que otra vez, los hombres, se cruzaron palabras soases blandiéndose sus respectivas armas y así de esta manera marcaban sus territorios aunque unos y otros vivían frente a frente separados por la escalera de concreto que en un tiempo fue un callejón o un zanjón de tierra .Uno, marcaba, al comenzar la escalera hacia arriba y el otro toda la calle pavimentada con su bifurcación a la izquierda y a la derecha con una pequeña continuación más empinada, con el ala derecha, subiendo la calle, más larga y llegando a la “redoma” finalizando la calle; y el ala izquierda, bastante muy pequeña, lo llevaba al Calvario.
_ Compae _ Llamaron al Sr. de la carretilla. Apagó su cabito de tabaco, que fumaba con la candela encendida hacia adentro, y se encaminó en dirección al Calvario.
_ ¿Cómo estas Compae?, ¿Ya tienes los reales para alquilarme el local ?_ Dijo un hombre catire, de piel arrugada muy descuidada por el tiempo.
_ Ya casi, pero déjame a sola dentro del local, para consultarlo con mi socio_ Contestó el Sr.
_ Ok, como tú quieras_ Y agregó el catire_ Toma las llaves y nos vemos en la tarde_
El Sr. tomó las llaves, la carretilla y apuradito se encaminó al local, subió la santamaría, introdujo la carretilla y luego bajó la estructura de hierro. Al rato, olía a humo de tabaco, que decían los vecinos:
_ ¡Fo, fo!_ Aleteándose con la palma, de la mano, la nariz, cuando uno de ellos pasaba por el frente de la Santamaría.
El local era como de un espacio de cuatro por tres metros pero siempre estaba lleno de frutas y similares. A veces se veía a los hijos del Sr. atendiendo el negocio pero era por breve tiempo y luego entraba otro hijo y así sucesivamente. Eran un total de nueve hijos, cuatro hembras y cinco varones, de los cuales los sietes más grandes tenían más acceso al local pero era por poco tiempo. El segundo de los varones, de los hijos más grandes, no entraba al local sino que observaba a sus hermanos y hermanas y siempre estaba peleando con ellos. Mientras tanto, el Sr. de la carretilla sentado cómodamente en un taburete, se deleitaba con el tabaco, fumando y mirando las cenizas o escollo del tabaco.
_ ¿Por qué hiciste eso?_ Decía el muchacho pequeño, pero de contextura muy fuerte, a su hermano.
_ ¡Que yo, no he hecho nada!_ Contestaban desafiante.
_Claro que sí, yo te estoy viendo_ Muy firme y sereno el joven José afirmaba.
_ ¡Qué me vas a echar paja!_ Amenazante.
_ Viste pendejo que te delataste_ Confirmaba José.
_ Bueno y qué hazlo tú también _ Haciendo desdén con los hombros.
_ Yo no caigo en esas hurtadillas _.
Con las hermanas era lo mismo, solo que ellas le decían:
_ ¡Deja la vaina!, Joseito_.

En la urbanización de un día cualquiera se veía a un hombre joven con un pipote de basura, una escoba y vestía con braga con una gorra que se encasquetaba bastante en la cabeza .Barría por la subida de la calle en donde se encontraban hermosas casas quintas. Un señor entró con su carro al garaje de su quinta y el perro empezó a ladrarle amigablemente.
_ ¡Deja Dominó! _ Se le escuchó decir _ Deja perro sucio_ Agregó el señor. El hombre joven que barría prestó atención a lo que estaba sucediendo con el señor y el perro.
Otro día cualquiera en la urbanización, se acercaba un hombre joven con una carpeta, lápiz y anteojos y tomaba notas a los medidores eléctricos y al llegar donde estaba el perro tomaba precauciones, observando con más cuidado la quinta y en espera del latir del perro. Se acercaba al medidor y tomaba notas. El perro le ladraba y él le hacía señas de que callara, pero desde lejitos.
Una mañana, al mediodía y en la tarde de diferentes días pasaba un hombre joven con carteras de damas y pregonaba:
_ ¡Cambio prendas rotas por cartera nueva!_ Y al llegar a la casa de Dominó, hasta tocaba el timbre y solo el perro, con un tono distinto, ladraba.

La casa del Compae era rectangular, hecha de bloques y con placa de concreto. Al lado continuaba la casa con una estructura más pobre, con palos y láminas de zinc. Un día la policía llegó al rancho, buscando a Joseito, pero ya él había salido velozmente por la parte de atrás que colindaba con el cerro, porque sus hermanas le habían dado el pitazo. Y Joseito desaparecía prácticamente todo el día y finalizando la tarde, se presentaba por el local.
_ ¿Por qué te está buscando la policía?_ Le preguntó el papá.
_ Porque me metí en una quinta_
Cierto día, como al medio día, se presentó una patrulla, Patrol y se bajaron varios policías cascos blancos y protector de botas igual color. Subieron corriendo y rodearon la casa del Compae.
_Está adentro, está adentro_ Gritaban, los policías, entre ellos. Se subieron a la placa de concreto, de la casa, y comenzaron a dispararle. Prácticamente acribillaron la placa por diferentes lugares. También dispararon por la única ventana de madera y por la puerta, de repente se abrió la puerta y a duras penas apareció el Compae envuelto en una sábana blanca con diferentes manchas rojas y calló estrepitosamente en el pasillo, la esposa gritaba y llorando exclamó
_ ¡Lo mataron, lo mataron! .Oh Dios mío, no lo permitas_ Fervientemente imploró al cielo. Los policía, rápidamente tomaron el cuerpo, con sábana y todo, y bajaron apresuradamente. La Patrol se había estacionado al final de la calle empinada con la trompa hacia abajo. El chofer abrió la jaula y como un saco de papa lanzaron al Compae en el vehículo. Prendieron la sirena y salieron como bala de cañón. Alguien, fuera de estas página grito, ¡asesinos!
Con la caída estrepitosa del Compae la puerta se había cerrado. Y ya, cuando todo estaba en silencio “en la hora del burro”, se abrió lentamente la puerta y apareció Joseito y con cara de tristeza subió por el cerro. Nadie lo vio, cuando salió dejando la puerta abierta.
Finalizando la tarde, los familiares del Compae, informaron a los vecinos que el Compae había recibido siete impactos de balas, pero que ninguno tocó un órgano vital. Pasaron los años y el Compae murió, tal vez, de cáncer pulmonar.

Eran los tiempos de Toteaote Bolívar, su hermano El Príncipe y otros, que aunque no eran del barrio y conjuntamente con los del lugar, lo protegían de otros invasores de espacios y hasta de los mismos “Cascos Blancos” deshonestos de los diferentes barrios. Algunas veces cuando la policía subía por la calle, ya ellos estaban en sitios estratégicos donde podían observarlos venir por la calle y cuando la policía se le acercaban, ellos a cierta distancia les gritaban:
_ Suelta el revólver, quítate el uniforme y vamos a caernos a coñazo_ Como veían que no iban a actuar en esa dirección sino que se aferraban más a la violencia, salían huyendo en dirección al cerro, con unos disparos detrás de ellos o al aíre. Tres policías agarraron a uno y sin mezquindad lo golpeaban, pero el sorprendido, lanzaba puños y patadas sin parar a los hombres que lo agarraban con fuerza y los policías lo golpeaban inclementemente. El hombre no se dejaba meter entre la patrulla y entre muchos lo lograron someter, empujándolo e introduciéndolo en la patrulla. Las botellas surcaron los aíres dentro y fuera de estas páginas.
_ ¿A quién agarraron?- Se preguntaban los vecinos_ A Joseito, a Joseito el Compaito_ Se contestaban.
En otro día se veía a Joseito jugando ajedrez con uno de los muchachos del barrio. Entre ellos se encontraba un grupo, como de siete ya terminando la adolescencia, que se reunían en las tardecitas a mitad de las escaleras cerca de un árbol frondoso, El Samán y hablaban de los acontecimientos del día, de sus sueños, de música y cantaban. Así pasaban horas entre chistes, esperanzas, canciones, amores, sueños, frustraciones y planes. En unas de las tantas veladas de noches, en dónde el perro Capitán no ladró, ni ninguno otro y en donde la noche estaba más silenciosa y oscura, con una temperatura agradable y que solo el poste de luz los iluminaba. Surgió, por unos de los callejones, una voz
_ Buenas noches_ Dijo la voz calmadamente. Todos voltearon sorprendidos en dirección al sonido, cuando aparecía un hombre solitario, alto, flaco, de piel oscura y uniformada de policía, quizás cuarentón. El uniforme calmó a los muchachos y contestaron las buenas noches en coro_ Sigan con su tertulia por favor_ Dijo el recién aparecido sin dejar de andar, dio la espalda y empezó a bajar las escaleras. Todos los muchachos espabilaron los ojos y se miraron unos a otros. Siguieron cantando y echando bromas, eran las risas que despertaban la noche, cuando uno de ellos dijo:
_ Parece el Ánima Sola_ Todos rieron por la ocurrencia. Había pasado, aproximadamente, como una hora cuando todos voltearon hacia arriba viendo entre la poca luz una fila de muchachos que bajaban en cuclillas por las escaleras con las manos en la nuca_ El que se me dé a la fuga le pego un tiro, apártense del camino-Gritó el policía solitario. La fila de jóvenes empezaron a mostrar sus rostros y de una forma u de otro los jóvenes empezaron a diferenciarse_ Sigan con su tertulia, por favor_ Los muchachos frente a frente permitiendo el paso, se miraban los ojos, aún más sorprendidos. Pasada la sorpresa.
_ ¡Ánima sola!_ Se rompió el silencio, y la risa nuevamente corrió por la noche.

Una cierta tarde, en el barrio, se encontraron Joseito y Ánima Sola. El policía bajaba las escaleras y Joseito se hallaba en la placa de su casa jugando ajedrez con uno de los muchachos. Y a cierta distancia se dijeron_ No te descuides_ Dijo Ánima Sola _ Ni tú tampoco_ Contestó Joseito. Y siguió bajando mientras Joseito lo veía desde la altura de su casa.

Un día el árbol frondoso, El Samán que tenía como cien años, apareció descostrado en forma de cruz. Nadie supo quién fue. Y aunque la cortadura tenía como una altura de setenta centímetros y cuarenta de ancho, tallada en el tronco, poco a poco la sabia fue curándolo. Nadie cuidó al Samán sino que tomaban la sabía cómo pega y hasta se la quitaban sin ninguna necesidad y poco a poco se fue secando, aquel árbol frondoso, que en épocas calurosas les regalaba su amistad.

Una mañana cualquiera fresca y clara, en donde no hubo bulla, ni correrías, ni murmuraciones, ni los perros ladraron, es más hay más, encontraron en el catre de su rancho a Joseito, con un tablero armado de ajedrez y el rey negro inclinado, muerto con un disparo en la sien y un revólver calibre 38 marca “M Wilson“cañón largo especial, en su mano. ¿Quién lo mató?, nunca se supo. Pero dicen, en el funeral muy visitado, en donde comentaron, murió un “caballero”, que fue él mismo en su pesadilla que se dio un tiro jugando solitariamente a la ruleta Rusa.
_Descansa en paz, querido amigo_ Fueron muchas las expresiones que se escucharon.

jueves, 6 de mayo de 2010

ESTE AMOR...

Will Barnet
Reclining Woman, 1978
Este amor...
que sabe que luchar por lo imposible
es la única salida que nos queda,
que responde con preguntas a los necios...
y se va silbando en ingles alegremente.

Este amor,
que rechaza por igual
la prepotencia de los amos
y la sumisión de los esclavos,
que se estrella diariamente
contra todas las vidrieras
rompiendo mentiras y retando a los culpables.

Este amor,
que bajó a Jesús el carpintero
de la cruz donde ustedes lo tenían encaramado
y en el doloroso lugar de las espinas
le ha puesto miel y besos y esperanzas miles,
hoy se va con él por esos mundos
enamorando a las muchachas...
pintando consignas de amor en las paredes
y abrazando a quien se lo merezca.

Este amor,
hoy sabe que la vida está más allá
que se acabaron las recetas
y que la muerte espera agazapada.

Este amor,
que tal vez algunos no lo entienden;
es el amo del futuro,
y practica la inocencia de gatos y conejos
amando en los tejados y en las plazas
y hasta en el borde mismo del abismo.

Este amor,
hoy soñó con tu cintura
con tu mirada de lluvia
con tu dulce piel muchacha mía
y sabe...
que detrás de alguna esquina
sueñas con mis besos,
pronuncias mi nombre prohibido,
extrañas mis caricias
y cantas hechizada...
mi canción incomprendida.

Alfonso M.