jueves, 15 de septiembre de 2016

ORTOSOÑADO

Ortosoñado I

   Llegué al barrio, ya era de noche, tal vez las nueve. Me encontré con mi novia, cuñada y otros. Éramos muy jóvenes  para ese momento. Quizás tendríamos entre 16 y 20 años. Jugábamos muy felices y tranquilos en medio de la calle y alumbrados con las luces del barrio. Era un juego de familia, quizás las cartas o dómino, cuando también bajó el hermano pequeño de mi novia y se colocó detrás de la silla como se coloca el parrillero en una moto. Sus piernitas en mis muslos y con sus manos se agarraba de mí; era como un monito agarrado de su madre pero en este caso, en este caso, había una separación por el espaldar de la silla o respaldar. Pasó un cierto tiempo, como permitiendo que el niño se durmiera con su corta edad, tal vez cinco años; el verdadero niño se duerme con su corta edad. Cuando, no sé por qué salió de la parte de abajo por el centro de la calle una pareja, hombre y mujer, como peleando, parecían tener una relación de intimidad, cuando en eso aparecieron soldados, con armas de alto grado destructivo y sin son ni ton comenzaron a disparar en dirección al cerro, nosotros nos encontrábamos en el lado izquierdo del barrio. Gritamos al suelo, al suelo y el niño, detrás de mí, calló al pavimento dormido, golpeándose la cabeza, en la cual tenía una especie de gorra azul y luego la parte superior de la chaqueta que tenía un cubre cabeza, todo de material plástico. Me coloqué  encima de él para cubrirlo y darle protección mientras que les indicaba a los demás que subieran a la casa. Noté algo extraño en el niño y metí mi mano entre las dos capuchas, al recibir el mensaje me inquieté mucho y quité la parte superior de la chaqueta sintética ; el azul estaba manchado con un circulo de diámetro aproximadamente de tres centímetros; quité con el cuidado del momento, de las balas y en el suelo, el gorro y miré una separación del cráneo del niño  desde su sien derecha hasta su región posterior, le  coloqué nuevamente el gorro y comencé a gritar :Niño herido, niño herido; ya habían muchos soldados por todas partes. Los soldados viéndome con el niño se percataron de la verdad al ver mi mano derecha ensangrentada y colocada en la cabeza del niño. Me dejaron pasar entre ellos y un de ellos me dio una palmada en la espalda. No sé en que momento me quitaron el niño de mis brazos, ahora era yo que estaba en shock y subiendo las escaleras en dirección a la casa del niño, miraba a al gente lanzarles piedras, botellas y objetos contundentes a los soldados mientras que se escondían en las paredes o en cualquier otro lugar que les brindara refugio; escuchaba a gritos  decir: No tengan miedo que eso es lo que quieren. Logré llegar a la casa, no sé cuando, si fue el mismo día o en otro tiempo. Lo cierto fue que al llegar, alguien, que se estaba bañando, tal vez el hermano de mi novia, al saber que era yo; gritó: dí la verdad. La madre del niño me guió donde estaba y lo encontré dormido. Comenzaba a decir o lo pensaba, lo del cráneo abierto, cuando lo descubrí del gorro azul y encontré una cicatriz desde la cien hasta  la parte de atrás y comencé a gritar ¡Milagro Milagro¡. Era el mismo niño pero como de tres años más.

                                                 Venezuela Nueva Esparta Margarita
                                                  Freddy Peñalver
                                                  3,32, AM 12/03/2015


¡CON CRISTO ME VOY A LA GUERRA¡

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