miércoles, 28 de abril de 2010

El Samurái del Cementerio

El Samurái Nro. 1
Ya era tarde. Tal vez eran quizás las diez de la noche cuando la muchacha caminaba apresurada en dirección a la parada de autobús. Acababan de tener un disgusto con el profesor porque este alargó la clase y malhumorada caminaba cuando el último autobús de la ruta Coche – Cementerio terminaba de pasar. Sin parar de andar buscó en su cartera con la esperanza ya perdida de encontrar más dinero pero a sabiendas de que no encontraría.” Nada”, se dijo para sí, “tendré que irme a pie”. La noche estaba fresca cuando vio unos soldados que se encontraban esperando debajo del puente de Conejo Blanco. Los soldados le dijeron algunas lisonjas, pero ella se mantenía firme en el camino. Las luces de los postes iluminaban toda la avenida inter-comunal del Valle y solamente la sombra de los árboles daba cierta penumbra a la noche y a la soledad. No se veía nadie por la calle quince. Empezó a recordar, sin dejar de andar a paso ligero, su llegada a la parada en las noches anteriores y que desde que comenzó a estudiar siempre el mismo muchacho la esperaba en la parada del Cementerio y la acompañaba hasta que ella entraba a su casa y solo él le decía: "que pases buenas noches Elenita" con un tono casi susurro y ella contestaba “que pases buenas noches Pelón”. La primera noche él la seguía a cierta distancia, ella lo conocía pues varias veces lo había visto por la calle en donde vivía y es más, algunas veces, en la mañana lo encontraba cerca de su casa, recién bañado y bien vestido, comiendo una arepa que le había regalado su mamá. Algunas veces en los diciembres ellos le decían a su mamá: “Rosita búscate la pintura que nosotros te pintamos el frente”.” Yo te aviso Pelón” contestaba la doñita.
Cierta vez cuando una de las dos hermanas de Elenita, la más pequeña, que se encontraba en casa de su vecina y cuando regresaba a su hogar fue atacada y agarrada por un hombre. Elenita al oír los gritos de su hermana salió corriendo y al ver lo que estaba sucediendo se avalancha al hombre dándole puñetazos por la espalda. En eso sintió que la agarraron y la desprendieron del hombre... Eran tres muchachos de los cuales dos sujetaban al atacante y el otro dirigía a Elenita y a su hermana a su casa. La Sra. Rosita también apareció y otros vecinos en el callejón de los acontecimientos. Elenita un poco más tranquila le preguntó al joven _ ¿Qué le vas hacer? Pelón_ _Sí Pelón, ¿qué le vas hacer?_ También preguntó la mamá. _Váyanse tranquilas y usted también, Rosita_ Cuando en la esquina desapareció el joven, que ese día vestía de blanco, a la vista de ellas, empezaron a escucharse unos gritos como cuando a alguien le están dando una golpiza a un hombre.
En su caminata hacia el Cementerio Elenita, pudo observar patrullas, ambulancias y unas que otras luces rojas que indicaban farmacias de turnos y centros nocturnos como bares. Pero al pasar la ambulancia su mirada la siguió hasta que desapareció en dirección al periférico de Coche. Así transcurrió su andar hasta que a lo lejos empezó a ver la parada de llegada. Le pareció ver la silueta del Pelón, flaco, alto y muy bien parecido “eso era lo más triste“pensó, más cuando se acercaba no era sino la sombra de los árboles. Llegó a su casa y se acostó. Eran como las doce de la noche.
Por la mañana_ Mamá, ¡Pelón se cansaría a noche de esperarme!_
_ No mija, Pelón lo mataron a noche como a las once_

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