Allí quiero construir con mis manos ya cansadas y arrugadas una morada para los amigos que se fueron, que no tenga puertas ni ventanas, que sea un punto medio entre la tierra y el cielo, donde no se le pida permiso a dios para vernos.
Entrarán las almas que muy temprano partieron dejando una estela de sueños, yo estaré esperándolos para conversar con ellos. Serán conversaciones por toda la eternidad, de la niñez, de la adolescencia y de la vejes que muchos no pudieron alcanzar.
Cuando yo me convierta en un alma más, espero que otro venga atrás.
Porque a mí también me gustaría conversar.
Amado
CARACAS 02-04-11
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